miércoles, 27 de abril de 2011

Semana Santa Chilanga 2011



Visitar la Ciudad de México es algo que siempre he disfrutado. Será porque nunca he tenido que ir por cuestiones laborales, en general, siempre he ido a cosas divertidas  y hasta educativas, además de tiempo disponible para gozarla.
El secreto mejor guardado de los chilangos poco a poco ha comenzado a develarse, eso de que la ciudad estaba vacía y disponible para ser disfrutada durante la Semana Santa ya no lo es tanto. Entre el 80% de defeños que se queda, según estadísticas, y el montón de provincianos que decidimos visitarla esos días pues resulta ser que todos los lugares turísticos y de esparcimiento están hasta el gorro.
 Aquí cabe hacer mi reconocimiento público a todos los chilangos. Poco a poco, he visto como el chilango promedio ha ido dejando atrás esa arrogancia que los caracterizaba y los hacía sentirse por encima de cualquier otro ciudadano de este país. Ya sea porque hay muchas ciudades que ya cuentan con la infraestructura y servicios que el DF ofrece, o bien, porque se han dado cuenta que el hecho de vivir en una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo tiene sus asegunes. El chiste es que cada vez se ven y se oyen menos los comentarios de superioridad cosmopolita y eso les sienta bastante bien. Además, el sólo hecho de pensar que viven en una ciudad llena de lugares tan disfrutables y que no pueden gozar por cuestiones de tiempo los vuelve casi mártires. Es tanto como estar eternamente en una pastelería y ser alérgico al trigo. El mayor ejemplo de estoicidad chilanga que merece toda mi admiración es su capacidad de ver mermado su espacio vital y no perder el estilo. Miren que eso de tener a alguien en una fila que se supone debería ir detrás de ti y que esté casi encima, puede poner de mal humor a cualquiera, es más, creo que es hasta atenuante en caso de homicidio. No entiendo cómo pueden vivir con eso y peor, viendo gran parte de su vida pasar en medio del tráfico citadino y para colmo, saber que están en el lugar elegido por todos los marchistas, plantonistas y demás mitoteros de este país que deciden ir a expresarse por allá aunque su inconformidad nada tenga que ver con las autoridades que ejercen en dicha ciudad. Eso no es vida, definitivamente.
Ya nomás viéndolo por ese lado, a pesar de lo que ya comentaba sobre los muchos chilangos que deciden no salir en Semana Santa y los muchos otros provinicianos que decidimos aventurarnos en su territorio esos mismos días, de verdad agradezco poder disfrutar la Gran Ciudad de México sin tráfico. Los sitios turísticos son otra cosa, pero a eso vamos con tiempo disponible, es parte del chou. De verdad, creo que es una de las ciudades con mayor oferta en cuanto a diversión, cultura, esparcimiento, para todos los gustos y para todos los presupuestos. El único problema es que sean tanta gente en un solo pedacito. Son muchos en las calles, muchos en los museos, muchos en los parques, muchos en los restaurantes, muchos por todos lados. Siempre, a todas horas del día, son muchos. No hay manera de evitarlos. Ellos creen que se esquivan entre sí y que salen con ventaja en muchos casos pero no es así. Creen que le ganan al otro en los semáforos cuando se adelantan para dar vuelta hasta la mitad de la calle transversal pero lo único que logran es entorpecer el paso de quienes circulan en sentido opuesto. Creen que le ganan al otro cuando se enciman para entrar al metro antes de que salgan quienes vienen en él, pero no es así. Aclaro, esto no sucede siempre, ni lo hacen todos, pero entiendo un poco que en su mayoría lo hagan así. Es como revivir la ley de la selva y el afán natural de supervivencia. Eso fácilmente hace que la civilidad se deje de lado.
La aventura de esta vacación en la Gran Ciudad de México 2011 comenzó 3 horas después de lo programado por cuestiones de mecánica automotriz que nos vieron forzados a hacer una parada previa en un bonito y conocido lugar llamado Palmillas,  donde estuvimos a la buena del mecánico de turno de la refaccionaria Al, esperando a que, junto con su equipo de expertos subiera y bajara el tanque de gasolina de mi camioneta hasta que por fin quedara instalada la bomba adecuada. En el inter, comimos dulces de los que venden a la orilla de la carretera, vimos pasar carros, jugamos, cantamos y le conté a la #minibanda las verdaderas historias carreteras que me tocó vivir cuando era chica, aventuras que los niños de ahora prácticamente desconocen gracias a que los carros son cada día más eficientes, los servicios en carreteras son mejores y a los benditos aparatos de conexión intergaláctica.
Al día siguiente, el sano ambiente vacacional se dejó sentir en Six Flags, casi 2 horas para entrar. Después de explicarle al encargado de taquillas en turno que no estaba bien que a sabiendas de que es una de las temporadas con más gente, sólo tengan 3 taquillas disponibles al menos nos sentimos desahogados, pero esto no nos evitó ni un minuto de fila. Adentro, lo que comentaba sobre el espacio vital se dejó sentir. Gente encimada, prácticamente todo el tiempo.
Lo mismo sucedió en el Museo de Cera. Éramos muchos para entrar, adentro seguíamos siendo muchos, aunque la gente ahí con más paciencia para tomarse la foto con su estatua favorita, la cooperación y el relax vacacional ayudaban.
El periplo se complicó en Palacio Nacional. Como si no fuera suficiente ver el Zócalo completamente invadido de plantones que perseguían las más diversas causas, desde el SME, pasando por personal de Mexicana y demás manifestantes que hacían parecer esa gran plancha más bien una comuna hippie donde todo intercambio social y biológico pudiera suceder (en este momento echo a volar mi imaginación y casi puedo crear una novela que sucediera en ese lugar).
Palacio Nacional como en sitio de guerra, completamente rodeado por vallas, soldados y policías. Ni modo, dudo volver a tener oportunidad de visitar los salones y las exposiciones temporales que ahora presentan así que, apechugamos, rodeamos hasta la calle de Moneda, nos formamos entre las vallas, pasamos las 3 revisiones que te hacen las/os policías con cara de pocos amigos. Pasamos los 2 arcos detectores de metales, entregué mis 3 plumas porque era eso o volver a formarse en la fila de paquetería y pagar $10 pesos para que las guardaran. Entre los artículos que NO podían ingresar se listaban, además de plumas y lápices, dulces, cigarros, encendedores, cerillos, globos, líquidos, bombas atómicas, granadas de fragmentación, armas - ni blancas, ni químicas, ni biológicas se permitían (bueeeno, de las biológicas no aclararon mucho, se me hace que no estaban ‘tan’ prohibidas). No se podía entrar con la cabeza cubierta, ni con lentes de sol.
Por supuesto, la arrogancia de los guardias de seguridad se hacía notar a cada instante. Te hablaban firmemente, celosos de su deber. No pude evitar pensar que ojalá así estuvieran puestos para defender TODA la nación, no nada más Palacio Nacional. Ojalá así de exigentes y firmes fueran para vigilar las carreteras de este país, sobre todo las del norte. Ojalá así de protegidos pudieran saberse los transportistas, quienes viajan en autobuses, la gente que ha sido asaltada y abandonada en las carreteras, quienes han presenciado, o peor aún, perdido la vida, en una de las múltiples balaceras, los familiares de los desaparecidos que ahora han aparecido en las fosas, los presidentes municipales que han sido asesinados ….en fin… todos aquellos a quienes las instituciones de seguridad nos han quedado a deber en México ¿Qué se puede decir ante semejante desplante de prepotencia y paranoia en Palacio Nacional? Si esa muestra fuera general, sería otra cosa. Esta vez sí me sentí no sólo ofendida, hasta un poco humillada por el desplante y por el hecho de sentirnos completamente a su merced. Sumado a eso, al volver a mi bonita y provinciana ciudad me entero del decreto para reformar la Ley de Seguridad Nacional y tiemblo. No puedo evitarlo luego de ver como el ejército entró a casa de una empleada de mi hermana así sin más, una noche, según ellos atendiendo a una denuncia ciudadana ¿Están los legisladores mexicanos lo suficientemente capacitados para aprobar una ley semejante? Peor aún ¿son las autoridades mexicanas lo suficientemente capaces para aplicar una ley semejante? Ufff de sólo pensarlo, me da escalofrío.
Eso sí, la exposición en Palacio logró hacer que por un momento se me olvidara el mal rato, ver documentos históricos que normalmente no se encuentran en una sola colección sino repartidos y unos incluso ni siquiera expuestos al público es una maravilla. Recorrer las principales etapas de la historia de nuestro país desde la conquista a través de documentos, pinturas y demás artefactos y poderlo disfrutar con la minibanda ha sido una de las mejores experiencias de nuestra vida sin duda ¿qué quieren que haga? No puedo evitar sentirme así.
Llegar a Teotihuacán al día siguiente, con todo y sus multitudes me devolvió la fe en este país. Pensar que civilizaciones previas fueron capaces de tal desarrollo me hace creer que no podemos quedarnos sin esperanza. Dudo que los teotihuacanos hayan remotamente imaginado que gente de todo el mundo vendría a admirar sus templos. Eso sí, todos formaditos, siguiendo la valla de plástico y las amables instrucciones del personal del INAH que se encarga de vigilarlas aunque no de quitar los bonitos recuerdos que osan dejar algunos enamorados en las mismas pirámides con corrector ¿por qué no borrarlos? Por cierto, vale muchísimo la pena la experiencia de comer en el restauran La Gruta, atrás de la pirámide del Sol, todo un acontecimiento.
Por lo demás, El DF espectacular, las glorietas y camellones con montones de agapandos que tanto me gustan. Poco tráfico, comida deliciosa y mejor compañía. Las amistades allá siempre hacen que valga la pena cualquier disposición de su H. mejoralcaldedelmundo con tal de compartir un momento con ellas. Así que si me preguntan, con todo y todo, tendré que revelar el secreto de la semana santa chilanga, lo siento.
P.D. Vale mucho la pena echarle un ojo a las promociones y demás información con que cuenta el sitio de la Secretaría de Turismo del Distrito Federal http://www.mexicocity.gob.mx/ ;)

2 comentarios:

LOMMX dijo...

Una lástima no poder verte, para la próxima te recomiendo lugares increibles que incluso muchos chilangos no conocen y, por tanto, están más despejados como el Museo Dolores Olmedo.
Un abrazo a toda la banda.

Anónimo dijo...

Estimada amiga:
Felicidades por esta entrada. Gracias por recordarnos a quienes vivimos aferrados a vivir en esta zona metropolitana lo que nos estamos perdiendo. Fue una lectura deliciosa.
Saludos
Miguel