lunes, 24 de diciembre de 2012

Tamales, recuerdos y mucho amor


Llevo casi un mes en cenas y festejos navideños. Sólo en el 2013, he preparado ya 3 platos fuertes, 3 tandas de botanas, 3 de guarnición, 2 ensaladas y demás. Hace ya un buen rato que este mismo ritual se ha vuelto una tradición en casa: pierna al horno para la cena con amigos, lomo para la de la familia política, la pasta para los míos, varias botanas para las amigas, glühwein por si caen visitas en casa, el postre para otro festejo más y así, variando cada año la combinación platillo-comensales…
Lo más curioso del caso, es que por más agobiante que suene esto para algunos, para mí es uno de los mayores placeres del año. Al finalizar el semestre escolar, lo que más añoro son las vacaciones navideñas y dar rienda suelta a este ritual, ir a comprar ingredientes, poner buena música y meterme a la cocina para darme vuelo. Y no es que sea yo una cocinera experta ni mucho menos, pero digamos que es un hobby que me permite relajarme y complacer a la vez.
Hay quienes dicen que las mujeres somos unas brujas. Yo diría que no sólo las mujeres, sino cualquiera que esté dispuesto a hechizar a los demás con sus platillos lo es. Esa hermandad que se da entre quienes comparten una receta, no la logra cualquiera. Estoy segura que no hay mejor ejemplo de complicidad que la que se puede establecer entre dos o más personas que cocinan juntas. Es todo un arte eso de ponerse de acuerdo y seguir los pasos de una receta o atreverse a variarla.
Me siento una afortunada heredera de toda una tradición culinaria de muy disímbolas vertientes: por una lado, el de mi madre y la rama sinaloense; por el otro, la de mi papá y sus ricos platillos del centro del país. No tengo mejores recuerdos de estas épocas que aquellos relacionados con una cocina y una gran familia cooperando para la cena. Como decía mi mamanina “de perdida embarren en la hoja los tamales que se piensen comer y uno más para los que lleguen”, por supuesto que así, ninguna tamaliza se hace pesada.
También están en mi mente las visitas al Mercado República en esta época: buscar los romeritos, comprar el pollo y los ingredientes del relleno y de pasadita recibir unas cuantas colaciones que los marchantes siempre nos regalaban por el puro aprecio que le tenían a Mami Carmelita. Una de mis mejores recuerdos de Navidad  incluye una mesa repleta de platillos que cada quién lleva para compartir, muchas risas y varias tandas porque nunca cabemos todos a la mesa.
Para mí, esas son las bendiciones de la Navidad: el poder ser parte de la hermandad que intercambia recetas (cabe hacer mención de lo mucho que aprecio a quienes comparten sus secretos culinarios); de la complicidad de preparar algo con quien más quieres; la increíble magia de ver a mis hijos meterse a la cocina o acercarse al asador y disfrutarlo tanto como sus papás y escuchar la cantidad de historias detrás de cada platillo: que si a fulanita hace X para que el bacalao quede suavecito, que si me dijo zutanita que el relleno del pavo mejor lo guisara aparte, que si el lomo debe marinarse durante 2 días según el libro de Y... y demás historias que van dejando su sello en cada platillo que preparo.
La alegría de poder compartir alrededor de una mesa con la gente que más quiero durante todo un mes es una de las mejores cosas que esta época trae consigo. El tiempo, la dedicación y el esmero que pongo en cada platillo es mi manera favorita de demostrarle a la gente lo mucho que la quiero. Por eso, no me molesta hacerlo, al contrario, es todo un placer.
Gracias a todos quienes me han permitido compartir esta parte de mí y del equipaje que cargo. De corazón, saben que les deseo lo mejor para el 2013, pero especialmente les deseo que esta noche tengan una mesa repleta de risas, buenas anécdotas, cariño, brindis memorables y por supuesto, ricos platillos para compartir con sus seres más queridos. Que el próximo año, Dios nos siga permitiendo que el ritual de cocinar y departir con una mesa llena de gente y amor llene nuestra memoria de grandes recuerdos, para ustedes y los suyos ¡Felices fiestas!

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