jueves, 8 de marzo de 2012

Ojalá


Tenía 10 años, los mismos que la Prin tiene ahorita, cuando empecé a jugar futbol. En aquellos tiempos ni para cuándo se pensara en equipos femeniles. Ése no era tema a discutir, pero tampoco lo era mi gusto y mi pasión por el fut. Afortunadamente estaba en un colegio mixto bastante alternativo, con una maestra también fuera de lo común. Esto permitió que mi mejor amiga y yo fácilmente nos integráramos a las retas y cascaritas que organizaban cada recreo los niños de nuestro grupo. Nunca nos sentimos rechazadas por nuestros compañeros, les jugábamos al tú por tú y si bien no éramos brillantes, nos defendíamos bastante bien. Hasta ahí. No hubo manera de que formáramos parte oficialmente del equipo de nuestra generación que participaba en el torneo intercolegial. Ni el entrenador, ni la directora del colegio, ni nuestros compañeros lograron que la liga nos permitiera jugar. Tampoco fue cosa de que se insistiera mucho, ni nos afectó tanto, afortunadamente teníamos un equipo de porristas con unas piruetas y bailes bastante divertidos que disfrutábamos mucho y hacían que estuviéramos en todos los partidos.

Hoy veo contenta como la Prin está organizando su equipo de fut con sus compañeras. Quieren jugar futbol de salón, salió de ellas la idea y están emocionadas buscando entrenador, organizando entrenamientos, buscando liga y demás. En ningún momento les pasa por la cabeza que hasta hace poco, el suyo era un sueño impensable.

A casi 30 años, las cosas han avanzado mucho. Éste quizá sea un ejemplo burdo y simplista de lo que la lucha por la equidad de género ha significado pero refleja la manera en que poco a poco, a veces en silencio, a veces levantando la voz, pero siempre de manera pacífica la mujer ha logrado conquistar los lugares que nos corresponden en la sociedad y que por derecho natural deberíamos gozar sin lugar a discusión. Parece mentira que hace poco más de 300 años,  apenas, hubo a quién se le ocurriera pensar que quizá la mujer debería gozar de los mismos derechos que reclamaba el hombre. La tildaron de loca por supuesto. Es decir, primero se aceptó que la tierra era redonda, que había otro continente, que podía haber libertad de credo, etcétera y luego, tiempo después, alguien osó atreverse a pedir que se nos viera como iguales. Era una atrevida sin duda esa Mary Wollstonecraft. Así, a lo largo de toda la historia, mujeres valientes, mujeres fuertes, mujeres íntegras, mujeres enteras han luchado por lo que aún no podemos alcanzar.

Ojalá pronto no haya necesidad de conmemorar un día de la mujer. Ojalá a la Prin, las de su generación y las que vienen no tengan que ser objetos de acoso sexual. Ojalá no tengan que enfrentarse a ningún tipo de discriminación. Ojalá no tengan que seguir padeciendo de publicidad en el que se vean estereotipadas. Ojalá reciban el mismo sueldo y las mismas prestaciones que sus compañeros cuando trabajen. Ojalá nunca sus parejas consideren que son buenos porque “les ayudan” en casa y con los hijos. Ojalá sus parejas puedan tener oportunidad de estar en casa y pedir permisos por cuidados paternos cuando nazcan sus hijos y entonces sí, puedan hablar de paternidad y maternidad compartidas. Ojalá ninguna otra niña tenga que huir de su tierra para escapar de un matrimonio arreglado, del maltrato, de la ablación de su clítoris,  de violaciones de todo tipo. Ojalá desaparezca la trata de blancas. Ojalá quienes son amas de casa nunca se les vuelva a considerar como “que no trabajan” y su vocación, labor y esfuerzo sea plenamente reconocido por autoridades y por la sociedad. Ojalá la lapidación de mujeres quede prohibida en toda sociedad. Ojalá ninguna mujer las piense menos mujeres por querer hacer valer sus derechos. Ojalá los feminicidios se vuelvan tema del pasado y ninguna otra tenga que morir por cuestiones de género. Ojalá ningún hombre considere que a las mujeres se les debe dar permiso para hacer o no las cosas y decirles qué decisiones tomar porque no son capaces de hacerlo solas.  Ojalá las mujeres entendamos que somos nosotras quienes educamos a los machos que maltratan, que humillan y que ofenden a otras mujeres. Ojalá ninguna tenga que abandonar sus sueños por el hecho de ser mujer. Ojalá……

A todas las mujeres valientes, a las fuertes, a las que saben ser mujeres y disfrutar plenamente de ello, a las que han salido adelante sin apoyo, a las que se han sobrepuesto a la adversidad y también a las débiles que sienten que no son nada sin un hombre al lado, un abrazo y sigamos en la lucha, porque educar también implica enseñar a reclamar lo que nos corresponde.

A los hombres valientes que se atreven a compartir la vida a lado de una mujer fuerte y están dispuestos a apoyarlas como PAREJA, otro abrazo también.

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