Me confieso apasionada de los procesos electorales de este
tipo, de los ciudadanos, donde la mayor parte del peso y responsabilidad de los
resultados recae sobre los hombros de gente como cualquiera de nosotros. Serán
ellos las autoridades, serán quienes cuenten los votos (con todo y sus
divisiones fraccionarias para cada partido en caso de coaliciones, cosa que hay
que aplaudir) y serán también cientos de miles de ellos quienes las vigilen, ya
sea para su partido, para organismos ciudadanos o por su cuenta. Mis respetos a
todos ellos. Hoy se hace muy palpable eso que dice nuestro Himno Nacional de: “…
Un soldado en cada hijo te dio…”, ahí están esos soldados, listos y dispuestos
para trabajar un día y algunos hasta un rato más, por esto que llamamos
democracia.
Desde
que soy mayor de edad siempre he participado activamente en todos los
procesos electorales, en algunos no sólo votando, he tenido oportunidad de ser
observadora, he recibido medios de impugnación y quejas; he coordinado y capacitado
encuestadores y durante años la casilla de mi sección estuvo ubicada en mi
domicilio familiar. Me consta el esfuerzo de estos soldados.
Son esos soldados a los que hoy pasaré a saludar y agradecer
por su esfuerzo más allá de colores, triunfos y resultados. No tengo por qué
dudar de su trabajo y menos creer en todas esas historias que van de lo
ridículo a lo sublime pasando por lo retro y la ignorancia que hablan de la
burda manera en que se supone se puede cometer un fraude el día de la elección.
Por un momento estas historias me enojaron, estuve dispuesta a discutir y
argumentar el por qué eran falsas. Por prudencia, en algunos casos me ahorré el
comentario. Luego decidí reír de ellas y confiar en que será el tiempo y los
votos quien ponga a cada uno en su lugar.
En esta democracia tan nuestra, luego de este curioso periodo
de campañas en el que relucieron más los chismes, los grupos paralelos que
surgieron alrededor o en contra de ciertos candidatos y en algunos casos
brillaron más las ausencias que las presencias, debemos todos tener bien claro
que lo mismo vale el voto del que se dejó convencer por una torta que el del
que se convenció por la promesa de un hueso, incluso, el que decidió dejarse llevar
por el físico, en contra de cierta voz, por una cadena de correo electrónico
enviada por alguien del más allá o por el que se dedicó a informarse sobre
propuestas, vialidad de las mismas, equipo de trabajo y que le conoce bien a
cada candidato. Es más, esto de la ciudadanía nos dice que vale lo mismo el
voto del que tiene mucho que perder y el del que tiene poco. Por un día, por un
momento, nuestra expresión, vale y pesa lo mismo vengamos de donde vengamos y
tengamos lo que tengamos.
Que no se nos olvide hoy, que más allá de la elección de
Presidente de la República, hay muchas curules en juego y que tenemos que
decidir muy bien a quiénes damos uno de esos 628 espacios que tanto influyen en
nuestro país y en cuyas manos están decisiones tan importantes. Una buena leída
al reverso de las boletas para candidatos a Diputados y Senadores quizá nos dé
una desagradable sorpresa que nos haga cambiar la decisión que ya teníamos en
mente.
A ellos, a quienes
resulten ganadores como mis representantes les exigiré asistir, y más a quienes
no fueron electos por voto directo si no por mayoría relativa o por la vía
plurinominal. Estaré al pendiente de sus votaciones, de sus propuestas y de sus
dictámenes. Lo mismo haré con los 27 diputados que corresponden al Congreso
Local de mi Estado. En la medida de mis posibilidades les haré marcaje
personal.
Ojalá seamos capaces de dejar a un lado las pasiones y
fanatismos que a veces nos hacen idolatrar y ver la realidad de manera muy
subjetiva. Ojalá dejemos de creer en conspiraciones baratass y creamos más en
todos los ciudadanos que como nosotros lo único que quieren es un mejor lugar
donde vivir, es una patria digna de ser heredada. Ojalá no tergiversemos la
historia, las reglas de juego ni el derecho de muchos a nuestra conveniencia.
Ojalá sepamos estar a la altura de las circunstancias y sepamos disfrutar esta
fiesta de la democracia (aunque suene a cliché) porque una leída de nuestra
historia nos indica que para llegar hasta aquí, tuvieron que sufrirle muchos y
no se vale tirar por la borda todo su esfuerzo así de fácil. Ojalá…
2 comentarios:
Ojalá haya habido una gran participación en estas elecciones y sin duda hay que exigir a quienes queden en los diferentes cargos hayan sido o no de nuestra preferencia. Al final México, los ciudadanos somos quienes debemos salir ganando al haber participado en un ejercicio democrático como éste.
Siempre me ha dado emoción participar en una elección, ejercer el voto libremente es un privilegio que pocos aprecian, pero lo disfruto mucho y agradezco a quienes donaron su tiempo y todo su domingo para que pudiera hacerlo. Igual no ganaron mis candidatos, pero así es la democracia, te quiero Sandy.
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